Blogia

Dirección Noche de Cristina Grande

LARA LÓPEZ ESCRIBE SOBRE DIRECCIÓN NOCHE

Dirección Noche, de Cristina Grande

Yo no tengo blog. Pero debería. Para poder hablar del nuevo libro de Cristina Grande, Dirección Noche. Es el segundo libro de relatos de Cristina Grande que, como su propio nombre indica, nos ha pasado a todos por el revés de la lupa dejándonos expuestos, como quien no quiere la cosa, a sus historias que parecen pequeñas pero que son tan grandes como su apellido. Son las historias grandes que se esconden en manojos de segundos de una vida cualquiera. Da igual dónde o cuándo, porque en esas historias no hay nadie en particular y estamos todos en general, expuestos a la vida como quien sale a tomar un rato al aire.

Cristina tiene un don para ordenar las palabras y que parezca que están ordenadas sólo a medias. Y así, despreocupada, como quien va a contar algo que le ha pasado hace poco pero que no es importante, te revela una verdad desnuda y recia. Una de esas verdades que sólo aprecian quienes, como ella, miran la vida a través de una lente: para aquietarla, para tomarse su tiempo y aprender. Quizá, para no equivocarse en la próxima ocasión. O, quién sabe, quizá para aceptar que la vida es de natural inhóspito.

Me ha gustado el libro de Cristina Grande. Me ha gustado muchísimo el libro de Cristina Grande. Sus veinticuatro cuentos. Veinticuatro personajes rodeados de alegrías, tristezas, envidias, deseos, arrepentimientos, enfados sordos, secretos. Me han gustado las miradas de cada protagonista que, fíjate tú por dónde, tienen ese aire de mujer-mujer que pasea Cristina Grande allá por donde va.

Yo no tengo blog. Pero debería. Para que todo el mundo supiera que hay un libro de Cristina Grande que se llama Dirección noche y que ha editado Xordica. Me estarán más que agradecidos.

Enviado por: Lara López
El día: 24-02-2006

http://escueladeescritores.com/modules.php?name=Reviews&rop=showcontent&id=194

DANIEL CARNEVALLI ESCRIBE SOBRE DIRECCIÓN NOCHE

DIRECCIÓN NOCHE
Editorial Xordica.
Cristina Grande

La editorial Xordica acaba de publicar el segundo libro de Cristina Grande: “Dirección noche”. Pero antes de hablar del libro charremos de Xordica. Qué trabajo tan magnífico el que hace Chusé Raúl Usón. Un editor independiente que pasa de modas y de barandas culturales. ¡¡Un editor que no menosprecia el relato corto!! El editor que recuperó los cuentos de Jesús Moncada, que se atrevió a publicar a Manuel Moyano, a Daniel Gascón, a Fernando Martín, a Cristina Grande… Me gusta su colección Carrachinas. Me agrada su tacto a la hora de editar. Me complace que sea de aquí.
Y ahora: Cristina Grande pertenece a esa cofradía de seguidores de la brevedad, de la ironía sutil, humorística y punzante. Pertenece a ese grupo de escritores lúdicos y lúcidos. Cristina ya ha cumplido los cuarenta y un años. También los cuarenta y un relatos (17 + 24).
Los que leímos “La novia parapente” nos sorprendimos de la frescura, ingenio, precisión, transparencia, desesperanza y humor negro que transmitían aquellas diecisiete historias (aún recuerdo esa rampa que tuvo que colocar Susana para la silla de ruedas que estrenaba su marido).
Muchos de los lectores de “La novia parapente” esperábamos con ganas esta segunda entrega de short stories. Así que cuando me dispuse a leer “Dirección Noche” la huella, el surco que Cristina había dejado con sus esquís en aquel primer campeonato de saltos estaba presente y resultaba fácil seguir la estela. Y como si de una competición de saltos se tratara (estamos en temporada), Cristina va deslizándose por el trampolín dispuesta a tocar el cielo. Y lo hace veinticuatro veces. Y, claro, hay saltos de todos los colores: maridos insatisfechos que viajan en tren, amantes insatisfechas que viajan en coche, madres insatisfechas que viajan en avión, hijas insatisfechas que viajan en autobús. Viajan, pero tiene los pies en el suelo… Viajan para huir de la monotonía, viajan para poderlo contar. Y escribir. Y más. Porque en esta colección de veinticuatro relatos donde las pasiones humanas se cruzan y entrecruzan, donde los narradores se van turnando, donde el viaje es inspiración, hay lucidez: “Tomar decisiones no hace sino aumentar la duda”. Y talento: “Cuando dijo soy una buena persona supe de inmediato que me había vuelto a confundir de hombre”. Y socarronería: “Yo entraba y el salía”. Y referencias cercanas: “Donde muere la carretera alguien te espera, dice una canción de Petisme”. Y mala leche: “Ya llegara el verano, Caperucito Johnson“. E incluso palíndromos.
Y por no haber: no hay retórica, ni pomposos adjetivos, ni formalismos, ni moralejas, ni cierzo, ni excusas para no leer a Dirección noche.
Ah, mi cuento favorito es “Día 13”. Y es que todo se puede contar en menos de dos folios ¿o no?

DANIEL CARNEVALLI

http://www.escalextric.net/index.php?subaction=showfull&id=1140214037

VÍCTOR JUAN ESCRIBE SOBRE DIRECCIÓN NOCHE

Dirección noche

February 19th, 2006

Después de cenar he visto con mi hijo Guillermo el partido de semifinales de la copa del rey. Sí, el de los seis goles que el Zaragoza le hizo al Real Madrid. Hace 31 años Pepe Melero estaba en La Romareda el día 30 de abril de 1975 cuando el Zaragoza de García Castany, Arrúa, Diarte, le metió seis goles al Madrid. Al mismo tiempo que Simarro, en el minuto 76, coló el definitivo 6-1 en la portería que aquella tarde no supo guardar Miguel Ángel, un señor que se sentaba junto a Pepe en el campo miró al cielo y dijo: “Dios existe”.

Luego he querido leer. Desde hace una semana tengo en casa Dirección noche, el último libro de Cristina Grande. Cuando lo saqué del buzón y pude acariciarlo pensé que estos libros xordiquianos o usonianos son cada vez más bonitos. Esta noche lo he abierto y no he podido dejar de leer hasta que, sin darme cuenta, me he quedado sin páginas. Quizá si ahora no fuera tan tarde, volvería a leerlo otra vez. Ángel Artal, el hombre sabio que guarda el secreto del corazón de sus amigos, me decía una tarde en el Café Levante que cuando alguien comenta un libro debería decir de qué trata y por qué habría que leerlo. Dirección noche es un libro escrito con la métrica perfecta, ni falta ni sobra una palabra. En sus páginas pueden encontrarse restos de los pequeños naufragios de cada día, el sabor que nos deja en la boca la tristeza por lo que no hemos sido capaces de hacer, por lo que no seremos nunca. Dirección noche trata de la fragilidad de las cosas, de la vida detenida en un recuerdo, de los viajes, de ciudades siempre por descubrir, del paso del tiempo, de las relaciones, de la nostalgia de la infancia, de la ternura que encierran los fracasos cotidianos, de amores imposibles, ilógicos y disparatados como el amor, de lo que está a punto de romperse o se ha roto ya. La mejor invitación para leer Dirección noche es que cuando se ha terminado la lectura, tenemos ganas de volver a empezar.

http://www.victorjuan.net/

ANA ALCOLEA ESCRIBE SOBRE DIRECCIÓN NOCHE EN ARTES Y LETRAS DE HERALDO DE ARAGÓN

Dirección noche

Cristina Grande, Xordica, 2006

94 páginas

Xordica publica el segundo libro de relatos de la escritora aragonesa Cristina Grande. En 2002 salía a la luz La novia parapente en la misma editorial y con este título asistíamos a la aparición de una nueva voz en el panorama literario en lengua castellana.

Cristina Grande (Lanaja, Huesca, 1962) estudió Filología Inglesa y Fotografía. Sus relatos tienen como fondo diferentes centros geográficos: algunos se ambientan en calles zaragozanas, o en pueblos monegrinos, pero otros ocurren en aeropuertos internacionales, y en ciudades europeas como Cascais, Aberdeen, Praga, Burdeos o Berlín. Son retazos de vida. De vida como viaje interior y exterior. Viajes a lugares ajenos a las raíces que favorecen el conocimiento y reconocimiento de la propia insignificancia. O de la propia grandeza, que viene a ser lo mismo. Una suerte de “odisea mística”, por emplear las palabras de Rodrigo Fresán al comentar los relatos del norteamericano John Cheever.

Así vamos asistiendo a anónimas noches de hotel, que en su desnudez descarnada muestran la verdad de la pareja, cuando las langostas se convierten arañas (“Arañas e insectos”), los fracasos (“Voladizo”), a enamoramientos como actos voluntarios desde el camino de vuelta (“Día 13”), a la relación madre hija en la que se invierten todos los términos (“Apotheke”), al paso del tiempo (“Señorita”).

La prosa es directa, de frases breves, sin adjetivos, en la que la aparente sencillez es fruto de una laboriosa depuración lingüística que hunde sus raíces en la esencia misma de la poesía: “Hacía años que no respirábamos tan juntas” , “… el perder mi cabellera de toda la vida, era el único gesto de amor que iba a hacer por ella” o “Cumplir cuarenta años era entrar de lleno en el reino de la confusión con cuatro bolsos vacíos en la mano”. Una economía lingüística y argumental en la línea de los mejores cuentos de Raymond Carver.En este sentido, Dirección noche presenta situaciones cotidianas, sin alharacas de ningún tipo. La vida en clave de comedia, con sentido del humor. La autora huye en estos relatos de los componentes trágicos de las grandes historias que vivimos en cada uno de nuestros instantes. Las miserias de cada día tienen el brillo de la luz que entra por la ventana elegida en cada momento. La lectura de la vida que realiza la voz narradora se aleja de la trascendencia literaturizadora para teñir los episodios vividos con el color del humor, y no con el de la tragedia. Ese humor es muchas veces ácido, inocente, e irreverente al mismo tiempo: “Cuando estaba a punto de correrse dijo mi nombre con voz cavernosa y atribulada, como si él fuera Dios y yo Abraham matando a mi hijo”, en “Día 13”.

Cada relato tiene algo de instantánea fotográfica: muestra una realidad muy trabajada, muy tratada, para la que se escoge un encuadre determinado siempre con profundidad de campo. No hay nada dejado al azar como tampoco hay adornos puramente decorativos.Los relatos son breves, muy breves algunos de ellos. No buscan impactar a través de alambicados juegos laberínticos a lo Borges o a lo Cortázar, sino a través de su compleja sencillez, con finales a veces chuscos, como la vida de cada día.

En la personalísima voz de Cristina Grande hay cabida para el cine, presente en alusiones y en la propia elaboración de las imágenes argumentales; para el arte pop y su tratamiento artístico de lo cotidiano; para la música.Y para la literatura: por las páginas de Dirección noche camina la presencia de Natalia Ginzburg, en esa representación de lo personal como creador de un marco de realidad que se fusiona con la ficción literaria; de los personajes caminantes en el mundo cuentístico y minimalista de Javier Tomeo; del Chejov más expresionista, el de sus relatos casi esperpénticos; de Raymond Carver,

que decía que “es posible, en un poema o en cuento, escribir sobre cosas y objetos comunes y corrientes usando un lenguaje común y corriente pero preciso, en impartirles a esas cosas –una silla, una cortina, un tenedor, una piedra- un poder inmenso, incluso perturbador”. Es lo que consigue Cristina Grande con Dirección noche.

Una literatura directa, desnuda, depurada, sin nieblas ni puestas de sol. Una “odisea” por la vida en estado puro.

A.A.

Reseña aparecida hoy, 23 de febrero en HERALDO DE ARAGÓN

http://anamalcolea.blogia.com/

UNA ENTREVISTA EN 20 MINUTOS

Acabas de publicar tu segundo libro de relatos...

Sí, Dirección noche. El primero lo publiqué en 2002 y se tituló La novia parapente.

¿Por qué relatos?

Es la medida que más me va y cuanto más cortos, mejor. Tengo microrrelatos de una página.

¿Se puede contar una historia con tan poco texto?

Perfectamente. Se presenta y se cuenta una historia y se destacan momentos que significan más de lo que se cuenta.

¿Para cuándo una novela?

Tengo una casi acabada, pero cuesta más realizarla y estar contenta con el resultado. Los relatos los escribo con alegría, pero la novela me agobia más.

¿Sobre qué tratan?

Sobre relaciones humanas de amor, de amistad, entre madre e hija... Casi todos se desarrollan durante algún viaje, fuera de la rutina. Hay localizaciones en Portugal, Bruselas, Bilbao... Mis viajes me traen inspiración.

¿Cómo ve la literatura aragonesa?

Creo que está en un buen momento y hay grandes autores de todas las edades y estilos, como Javier Tomeo, Daniel Gascón, Ignacio Martínez Pisón...

¿Y las mujeres?

Hay menos, pero muy buenas, como Soledad Puértolas o Ángela Labordeta.

Bio

Cristina Grande nació en Lanaja (Huesca) en 1962 y está licenciada en Filología. Es fotógrafa. 

UNA ENTREVISTA EN EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

"Cada relato es una pequeña lámina de la realidad"



La oscense Cristina Grande presenta su libro ´Dirección noche´, compuesto por 24 historias.

  • EVA GARCÍA ZARAGOZA (22/02/2006)
Cristina Grande, en una imagen reciente.
Pie de fotoCristina Grande, en una imagen reciente.
Foto:EDUARDO BAYONA



 

"Los relatos cortos me permiten escribir con más alegría, con más fluidez". Así explica la escritora Cristina Grande su pasión por las historias breves, por esas 24 "pequeñas láminas de la realidad" que componen su último libro, Dirección noche (Xordica). La oscense, autora de La novia parapente, explica que la conexión entre estas pequeñas historias es que en muchos de ellos "hay viajes, relaciones madre-hija, amantes, novios y muchos viajes", de Portbou a Portugal, pasando por Francia, Alemania o Italia porque muchos se ambientan "fuera de la vida cotidiana", aunque otros suceden en Aragón.

Hay parejas que discuten, se juntan y se separan, hay ciudades, sexo clandestino, novios, amantes, amigas con las que pasar una tarde y también alguna lágrima dentro de historias tiernas, brutales, divertidas, melancólicas y perversas escritas con un lenguaje directo, claro, donde cada palabra tiene una dirección, la de la noche.

De una de esas escapadas toma el título, otro viaje, y "porque me gusta la palabra noche. Tras La novia parapente, quería uno que fuera una composición más fácil y también más poético", afirma Cristina Grande; que se complementan con Bodas, Dos canciones, Voladizo, Camarero, Mi abrigo de disparar, Las cosas, Diuréticos, Caperucito, David, Logroño o Señorita y así hasta 24 relatos que muestran "pequeños instantes", grandes historias o quizá pequeñas contadas en apenas cuatro o cinco páginas.

Cristina Grande reconoce que viaja "mucho" y que en alguna de esas escapadas surge la "inspiración". Y que aunque cambien los personajes, muchos de ellos son autobiográficos, sin embargo no se trata de un libro "feminista, aunque en ocasiones sí femenino; pese a que muchos hombres que lo han leído me han dicho que se han sentido identificados con los sentimientos" que se explican en cada relato porque son sentimientos universales.

Eva García (El Periódico de Aragón)

ALOMA SIMPE SOBRE DIRECCIÓN NOCHE

Dirección noche

Es domingo por la noche. Mi padre vuelve de pasear a la perra. Miro mis apuntes de Historia de la legua II. No he acabado con la flexión nominal. El examen es el martes por la mañana.

Le pregunto a mi padre si ya se ha acabado Dirección noche, el segundo libro de Cristina Grande que tiene secuestrado desde el sábado.

Son las dos de la mañana. Me meto en la cama y abro el libro. Quiero leer un par de cuentos antes de dormir.

Lo termino esa misma noche.

Dirección noche es un libro de relatos breves que te atrapan. Me gusta porque es sincero, atrevido, gamberro y moderno. Se lee muy bien, como si nada. Los cuentos presentan situaciones diferentes y protagonistas que no siempre son los mismos, pero que componen un personaje con el que es fácil identificarse.

Dirección noche es un viaje por la literatura y por la vida, en el que hay saltos temporales, madres que suspiran en un avión y amantes que inventan palíndromos. Es un libro lleno de humor y que te deja con ganas de más.

Hay un cuento que se llama "Anagnórisis" que es casi mi favorito -me cuesta elegir- porque es un manifiesto literario, una poética de la literatura cotidiana sólo en apariencia; un cuento que sin explicarlo deja claras las diferencias entre literatura y vida.

http://spaces.msn.com/alomasimpe/ 

SERGIO DEL MOLINO SOBRE DIRECCION NOCHE

LOS CUENTOS DE CRISTINA GRANDE

20060209005713-escanear.jpg

Acelerado, con los dedos abrasados de sostener el café con leche en vaso de cartón que me compro siempre en la Plaza de Aragón y buscando en los bolsillos la maldita tarjeta nueva que nos han dado para acceder al periódico, me cruzo por la mañana con Félix Romeo y acabamos tomando un café en La Factoría, mientras dejo que se enfríe en mi mesa el maldito vaso de "Fresh and Ready" (¡y una mierda Fresh! El mismísimo infierno es eso).

"Te he traído un regalito", me dice, dándome Dirección noche, el segundo libro de relatos de Cristina Grande, su chica (¿será políticamente correcto llamarla así? Nunca sé cómo referirme a las parejas de la gente. Perdonadme). Lo edita preciosamente Xordica y ha salido a la venta esta semana. Como después de ese café con Félix me he bebido el de "Fresh and Ready", que de Fresh seguía sin tener nada pese al tiempo transcurrido, me he puesto como una moto. Antes de comer creo que han caído cinco cafelitos, uno de ellos, de la máquina del pasillo (¡maldita, apártate de mí!), y todos en grata compañía. Por la tarde he seguido el ritmo de ingenstión cafeínica sin decaer, por lo que he llegado a casa, pasadas las diez de la noche, perdida ya la cuenta y con unos ojos como platos. Así que no he necesitado mi meda hora de apoltronamiento habitual después de cenar. En su lugar, me he ventilado en menos de una hora el libro de Cristina. No, no me estoy tirando un farol, es que son menos de cien páginas.

Cristina Grande había publicado en 2002, y también en Xordica, La novia parapente, que Antón Castro dijo que le recordaba a "las abruptas pasiones de Bukowski". A mí, Dirección noche me parece un manotazo a la retórica y a la grandilocuencia. Puestos a hacer odiosísimas comparaciones, me recuerda un poco al espíritu de la película Flores rotas, a ese vicio de contar historias por el placer de narrar, y hacerlo como cuando charlas con un amigo. Es una frescura (y no la del café), o mejor, una desnudez literaria muy rara y muy costosa de escribir, pero que a Cristina parece brotarle sin esfuerzo: "Cuando dijo soy una buena persona supe de inmediato que me había confundido de hombre" o "Tengo treinta y ocho años. Quince arriba, quince abajo, mis dos amantes se llevan treinta". Dos grandes arranques a dos de los relatos del libro.

Si fuera un crítico sesudo diría -como le he leído a un verdadero crítico sesudo hace poco- que Cristina Grande cumple los requisitos exigibles al cuento contemporáneo: brevedad, contención expresiva y que lo implícito se abra a infinitas direcciones desde un plano explícito impresionista y aparentemente banal. Pero como yo no creo que haya ningún requisito exigible al cuento contemporáneo más allá de que esté bien escrito y no deje al lector impasible, diré que mi corazón late ahora a ritmo normal, y no al de la cafeína, porque los relatos de Cristina han calmado las pulsaciones para acompasarlas a su ritmo, al de su literatura. Me ha hecho sonreir y me ha metido en su mundo, y eso, en los tiempos que corren, es decir mucho. Enhorabuena, Cristina.

JOSÉ ANTONIO LABORDETA ESCRIBE SOBRE DIRECCIÓN NOCHE

Dirección Noche de Cristina Grande. Me hace feliz en los ratos de tedio parlamentario. Me parece un libro magnífico, de una desnudez escasa en la literatura española, y su enorme desfachatez y su increíble sentido del humor ante situaciones verdaderamente maravillosas, a mí, viejo izquierdista depresivo y nacionalista, me subyuga. Ha habido relatos que los he leído tres veces, porque no me podía creer que aquel mundo saliese de la pluma de una muchacha que vive entre nosotros --iba a decir zaragozana , pero es monegrina, que tampoco es moco de pavo-- y que narra un mundo tan a flor de piel que me pone la carne de gallina, me divierte, me hace reír a carcajadas y me hunde en una larga y emocionada meditación.

http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=233987

ANTÓN CASTRO ESCRIBE DE DIRECCIÓN NOCHE (II)

PRESENTACIÓN EN EL WINDSOR DE CRISTINA GRANDE:

20060220213403-cristina.jpg"Dirección noche" o una historia secreta del deseo

Hace algunos años, Cristina Grande (Lanaja, Huesca, 1962) era esencialmente, para mí, una traductora de inglés. Me la presentaron a principios de los 90 y tradujo un texto de un escritor británico que había vivido en Alcañiz y que había publicado una novela presidida por el grave sonido de los tambores. Más tarde, empecé a verla con una cámara al hombro e incluso adquirió una legendaria Leica. La única vez que estuve en su casa materna vi su evocadora biblioteca y de ella extraje un volumen de ensayos sobre los reportajes de la gran fotógrafa alemana Gisele Freund, que acabó sus días en México. Freund es la mujer que mejor fotografió a Virginia Wolf, Walter Benjamin, y las manos y el bastón de James Joyce. Luego, iba viendo sus fotos, asociadas casi siempre a la editorial Xordica, y pensé en Jerry Bauer y Anagrama, y en Eugenio Forcano y Seix Barral, en los 60/70. Su proyección fotográfica ha ido creciendo día a día. Poco más tarde, hacia 1994, volví a saber algo más de Cristina Grande: entró en la vieja mansión de los Gabarda de los Labordeta, indagó en los secretos del tiempo e hizo un mediometraje documental titulado “25” sobre Miguel Labordeta y su mundo.

Años después, también por puro azar, vino a parar a mis manos su primer libro: “La novia parapente”. La aventura de amor y viaje que supuso su primera edición le debe algo a mi manuscrito; entonces, era el único fácilmente localizable y el compañero de Cristina Grande, Félix Romeo, editó el libro como un auténtico e inesperado regalo de pasión. Jamás había visto nada tan espontáneo y maravilloso. Algún novelista debería contar esa peripecia a bordo de una Nissan Serena granate, conducida por alguien demasiado joven que jamás había conducido más de 50 kilómetros y de golpe, inmerso en esa locura de amor, debía hacer 350 hacia Madrid. Aquel libro, que fue reeditado de inmediato por Xordica en 2002, a ningún buen lector le pasó inadvertido: había en sus páginas una mirada muy personal, una forma poética y desgarrada de enfrentarse al amor y a la vida, había duende, había sobre todo transparencia, una conmovedora sensación de verdad. Desde entonces, Cristina Grande, fotógrafa y viajera, realizadora de cine y columnista en HERALDO, traductora y, sobre todo, narradora, ha hecho muchas cosas: ha participado en libros corales, en exposiciones, ha dado muestras incluso de una fragilidad ambivalente: es dura y sedosa a la vez, es enigmática y ruda si es necesario, es creativa constantemente. Tiene personalidad, talento, una posición personal ante las cosas heredadas y los ecos de Natalia Ginzburg, Carver, Mercè Rodoreda y Chejov.

Hace unos días salía a la calle su segundo libro: “Dirección noche” (Xordica), un libro de 24 relatos breves, microrrelatos en algunos casos, piezas que hablan de la vida, del sueño, del sexo, de la amargura de la incomunicación y la soledad; piezas que hablan de la pasión, de las pequeñas manías de vivir, de la locura; piezas que hablan esencialmente de la relaciones humanas. Y del deseo. Se trata de un libro delicado y terrible, de seres humanos, de pequeños episodios de una existencia que resulta muy veraz. Es difícil que en un conjunto tan amplio, pueda haber tanta unidad, una visión armoniosa de la existencia. Pero la hay. Cristina Grande, como suele hacer con sus columnas dominicales, conoce a los seres humanos. Y así arma historias conmovedoras de novios, maridos y amantes que tienen un fondo de ternura y de demolición, y un pacto secreto con los objetos. Es poética a su pesar, es poética porque la auténtica poesía es una forma de mirar sin adjetivos, y ha escrito algunos de los mejores comienzos de cuentos de los últimos tiempos entre nosotros.

El libro se presenta mañana, 21, en el Nuevo Winsor, cuyo cocinero maravilloso es mi paisano de Ourense, Lisardo. Habrá “fiesta rachada”, noche de parranda desde las 20.30 horas; presentarán el libro Eva Puyo, autora de una estupenda contraportada, y José Luis Melero, probablemente el hombre que más sepa de libros en el nuevo reino de Aragón. El dj, locutor y novelista Miguel Mena amenizará el acto. Creo que va a ser una auténtica fiesta de letras.

NOTA MARGINAL

[En este mismo blog hay un artículo mío extenso sobre este libro. Sinceramente, me ha fascinado. Y otro del periodista y narrador Sergio del Molino. Yo cuelgo aquí, por si alguien quisiera leerla, una nota que redacté sobre “La novia parapente”. Hablaba de la primera edición en Prensas Universitarias con portada de Cano; luego hubo otra edición con portada de Javier Almalé, “Versus” (Gracias, Javier, por tus magníficos cuadernos. Un abrazo) ]

La portada de José Luis Cano, esa novia acompañada de su padre con un cigarrillo en la mano, es todo un aviso a navegantes. Evoca el primer cuento, el que da título al conjunto, y también ese universo expresionista y libre, desgarrador en ocasiones, propio de un cuadro o del mundo de Otto Dix. Así debuta como narradora Cristina Grande (hasta ahora traductora y fotógrafa), nacida en los Monegros de Aragón, en Lanaja, tierra de contrastes como su propio libro, que no está ceñido a un territorio preciso sino que transcurre en lugares muy diferentes: en Zaragoza o Londres, en las carreteras solitarias monegrinas, en los Pirineos o en la fogosa imaginación de los seres que pueblan el volumen. Se trata de un libro de episodios más bien breves e inquietantes, dominados por la desinhibición, el descaro, una sinuosa ternura que puede hacer recordar a Chejov o Natalia Ginzburg, y una crueldad propia de Patricia Highsmith o de la propia Helen Fielding, tal como anuncia la contraportada. También hemos pensado, en distintas ocasiones, en los abruptas pasiones de Charles Bukowski.

El volumen está poblado de viajes, de malentendidos y del estupor de existir: pensamos en la novia que está a punto de irse por los aires al salir de la iglesia y que le pide a su padre que le queme estratégicamente su vestido; pensamos en esa estudiante seducida por el japonés Merte, tan violento en la pasión, tan caníbal, que le perfora el tímpano con sus besos. O pensamos en la silente amargura, en las lágrimas de Joya Slumber, cuya imagen devuelven los espejos en Navidad, además de pasear por un corral hediondo con sus zapatos nuevos ante la rigidez de su abuela. Un extraño amor, “Él tiene siempre calor. Yo siempre tengo frío”, preside el cuento “Fiebre”, que transcurre en mitad de la nieve en Cerler como uno de esos tantos malentendidos que abundan en “La novia parapente”.

Estamos ante una escritora mucho más que prometedora y ante un libro irreverente y tierno, violento o desinhibido de una manera bastante original como podemos ver en “Alumna particular” o en “Mi amante”, donde leemos una de esas inesperadas declaraciones de amor: “He pensado que la próxima vez que vengas, tú harás de María Schneider y yo haré de Marlon Brando. Esa será la única manera de que no nos duela tanto despedirnos”.

La novia parapente. Cristina Grande. Prensas Universitarias de Zaragoza. Zaragoza, 2002. 96 páginas.

ANTÓN CASTRO ESCRIBE SOBRE DIRECCIÓN NOCHE (I)

LOS CUENTOS DE LA VIDA, SEGÚN CRISTINA GRANDE

20060130030349-cristina-en-praga.jpg

Fotografía de Mercedes Ventura

Cristina Grande (Lanaja, Huesca, 1962) nos sorprendió en 2002 con un excelente y original libros de relatos: “La novia parapente” (Xordica). Un libro lleno de sabiduría vital y de transparencia que tenía en cada pieza una detonación, un fondo apacible de perversidad y de magia, de magia de las cosas de cada día que adquirían de golpe un inesperado punto de fuga. El próximo día seis se distribuirá su nuevo libro: “Dirección noche” (Xordica, 2006. 94 páginas), 24 piezas de mayor o menor brevedad, la más larga no pasa de seis o siete páginas, y la más breve apenas supera una. Son cuentos que constituyen un original tratamiento de la realidad, una manera de mirarla con métodos más o menos diferidos, exentos de énfasis, que no eluden la crueldad, la ternura, la brutalidad, la desolación, la pasión y su envés, la alegría del sexo, del vino, de la aventura, de la curiosidad…

Cristina Grande escribe una prosa sin adjetivos, elegante, cargada de lucidez e intuiciones. Intuiciones como éstas: “Las buenas personas no están tan seguras de sí mismas como para afirmarlo en voz alta”; tras cortarse el pelo, una mujer tentada por otra dice: “Era el único gesto de amor que iba a hacer por ella”. Anuncia así los desórdenes del porvenir: “Supe entonces que se acercaba un tiempo de borrascas”, tras haber mirado en un aeropuerto al hombre del tiempo Mario Picazo. O, tras narrar tres historias de amor y desamor vinculadas al hotel Ibis, dice otra mujer: “Me sale la sonrisa malévola que creo que a ti te gusta”. También he subrayado una de esas frases que dicen más de lo que aparentan decir, que dicen dos que viven una pasión imposible con semejante desgarro en el cuento con nieve “Caperucita”: “Estamos muy guapos los dos cuando nos ponemos tristes”.

El libro tiene un tema esencial: las relaciones humanas, las relaciones de pareja, sobre todo, con novios, maridos y amantes, pero también las relaciones entre madres e hijas. El libro posee un carácter muy cosmopolita, aparecen muchas ciudades, muchos viajes, y pronto se ve que Cristina Grande tiene un mundo propio, un mundo que se afirma en los gestos de la vida diaria, en los detalles que nos pasan inadvertidos la mayoría de las veces, y en la convivencia, casi siempre perturbadora, con los objetos y los accidentes imperceptibles: un bikini bordelés, un bogavante, una cotorra, una llamada de teléfono, un abrigo. Crea un constante universo de climas, de atmósferas, de situaciones inesperadas. Si lo que se cuenta es poderoso y desasosegante, lo que se oculta es todavía más poderoso y emerge en la lectura y tras haber finalizado el relato, como una potencia subliminal. El tono del libro es cautivador, cruel y poético a la vez, incluso en las distancias más breves, pienso en una pieza como “Camarero” o “Nubes veloces”. Cristina Grande tiene la virtud de ofrecer en muy pocas línea el temblor del escalofrío, la perplejidad, la sensación de un vacío interior al que no es necesario ponerle sustantivos: existe una serie de gestos externos, de actos y de palabras que lo revelan con fuerza.

Cristina Grande está aquí muy cerca de Natalia Ginzburg, de nuevo, de Chejov, de Nabokov, de Carver, pero tiene su propia personalidad. Hay piezas magníficas, que figurarán pronto en las antologías, como “Dirección noche”, la historia de una mujer y sus dos alumnos, Alejo y Lorenzo; “Día 13”, “Dos canciones”, “Nubes veloces”, que redunda en un tema que anda por ahí varias veces como es la importancia del sujetador, “El hombre del tiempo” o, entre otros, “Diuréticos”, un cuento de terror con un trasfondo de amor y desamor, resuelto con una frase que es otro fogonazo de lucidez y de dolor. El relato que cierra el libro, “Señorita”, es un perfecto retrato de mujer que se adentra en la crisis de los 40 y que disimula sus conflictos, igual que sus amigas.

Esta es una somera aproximación a un libro, “Dirección noche”, que dará mucho que hablar. En este momento, tengo la sensación de que hay pocos escritores que tengan un universo tan hilvanado y desapacible, tan contemporáneo, como el de Cristina Grande. La conozco, la veo, me invita a fumar alguna vez un Marlboro light, pero en sus libros siempre descubro a otra persona, a una escritora elegante, misteriosa, con experiencia y con un gran conocimiento de los seres humanos. Sus libros, de relámpagos breves y bruscos, se arman por acumulación, página a página, y son frisos impecables de la vida.

 

DIRECCIÓN NOCHE

Hola.

Este blog nace para informar sobre el nuevo libro de relatos de Cristina Grande, Dirección Noche.

Para que quienes no conozcan todavía el libro se puedan acercar a él.

Para que quienes ya lo conozcan puedan saber más cosas sobre él.

Cualquier información sobre el libro es bienvenida.

 

DE LA PÁGINA DE LA EDITORIAL XORDICA

http://www.xordica.com/titulos_det.php?id=128

 

 

Dirección noche [2006]
CRISTINA GRANDE
Colección: Carrachinas
ISBN: 84-96457-10-9
Nº Páginas: 96
Medidas: 13 X 20 cm.
 
Precio: 8,00 €

AÀadir a la lista de los deseos AÀadir al pedido Finalizar compra
 
Sinopsis
“Yo siempre quería estar en otro lado sin tener que moverme”. Así de contradictorios son los personajes que pueblan Dirección noche. Ya que, como dice uno de ellos, “ciertas frases significan lo contrario de lo que dicen”. Las parejas discuten, se juntan y se separan, y hay una sensación de mirar la vida desde un voladizo inestable. Todo con una ausencia total de dramatismo. “Estamos muy guapos los dos cuando nos ponemos tristes”. Las nubes cruzan veloces en un cielo agotador, en constante movimiento, y una puede encontrar la tranquilidad en el probador de una tienda de sujetadores. En el libro hay ciudades y viajes, una madre cómplice, sexo clandestino, novios, maridos y amantes, y amigas con las que acompañar una copa de vino y alguna llantina. Incluso cuando se llega a los cuarenta años, todavía más, una se ve sumergida en el reino de la confusión, y desea que no avancen los signos de la edad, y que la sigan llamando “señorita” las dependientas de Zara. Tierno y brutal, divertido y melancólico, a veces con un toque perverso, en este libro Cristina Grande vuelve a deleitarnos con su lenguaje directo, ausente de retórica y frases huecas, y con imágenes vibrantes que hacen que no dudemos en subirnos a ese tren nocturno sin importarnos el destino.